martes, 27 de noviembre de 2012

El mundo de ayer


 “Por mi vida han galopado todos los corceles amarillentos del Apocalipsis, la revolución y el hambre, la inflación y el terror, las epidemias y la emigración; he visto nacer y expandirse ante mis propios ojos las grandes ideologías de masas: el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia y, sobre todo, la peor de todas las pestes: el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra cultura europea”.

Hace poco más de un año, me recomendaron leerme un diminuto libro llamado “Momento estelares de la humanidad”, del escritor austriaco Stefan Zweig. Aunque no me convenció su estilo, me interesé por él, debido a que me sorprendió los sucesos “estelares” que había escogido. Con un siglo XX tan intenso y completo, me parecía criticable sus preferencias sobre que es “estelar”. Cuál fue mi sorpresa, cuando averigüe que este libro había sido publicado en 1927 y que por tanto muchos de esos momentos que yo hubiese incluido, aún no habían sucedido.
Me interesé en el autor, y descubrí a un personaje comprometido con su sociedad, la Europea, en un momento tan crítico y convulso como el que vivió.
Desde su obra teatral Jeremias, donde ruega para que Europa salga de su pasotismo frente a la autodestrucción. Curiosa profecía en sus palabras, “demostrar como los jefes desvían a los pueblos hacia los caminos del odio, como los pueblos ávidos de conquistas se burlan de los sabios que profetizan la desgracia, como del caos de las pasiones puede nacer un orden superior, y por qué una derrota terrenal contiene la promesa de una victoria espiritual”. El destino hizo que se representará por primera vez en 1939, preludio de lo que vendría.
Pero quizás otra de las más significativas obras fue la que recoge el párrafo con el que empiezo este post, “El mundo de ayer”, Memorias de un europeo. Autobiografía que repasa el primer tercio del siglo XX, radiografiando los defectos de la sociedad, plasmando el dolor que vivió muy de cerca en “La Gran guerra”, para seguir en un estado de ánimo basado en la esperanza de cambiar aquella Europa.
Sin embargo fue víctima de su propio idealismo y ante la previsible victoria del nazismo, prefirió, junto a su esposa, desaparecer para siempre, bajo su frase: “Creo que es mejor finalizar en un buen momento y de pie una vida en la cual la labor intelectual significó el gozo más puro y la libertad personal el bien más preciado sobre la Tierra”, 1942.
Supo diagnosticar la enfermedad, pero como a muchos otros, nadie le prestó la suficiente atención. Actualmente, volvemos a repetir errores pasados, vivencias que parecían ya superadas. La irresponsabilidad de algunos, unida a la sed de rebeldía de otros, nos está conduciendo a situaciones complicadas, tensas, bélicas e irracionales.
Mañana 28 de Noviembre se cumplen 131 años de su nacimiento. El paso de los años ha pulverizado la popularidad de Stefan Zweig hasta casi el olvido, y dejado de lado sus proféticas palabras descriptivas, que hoy en día serían bastante recomendables de leer, para detectar y corregir aquella infernal peste de la que habló y que no hace mucho, envolvió a Europa y al mundo, en su particular Apocalipsis.

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