Estas
vacaciones, he descubierto el siguiente cuento, cuya fuente es "Los gemelos que pasara después del parto" que narra una curiosa metáfora sobre la fe y el sentido de la vida.
Resumidamente
dice lo siguiente:
"Era
se una vez unos gemelos que estaban en el vientre de la madre. El
tiempo pasaba y los niños crecían, aumentando su conocimiento y
alegría, y compartiéndola el uno con el otro.
"¿No
es increíble que hayamos sido creados? ¿No es magnífico que
tengamos vida?"
Los
gemelos comenzaron a descubrir el mundo que les rodeaba, su mundo.
Cuando
encontraron la cuerda que les unía con su madre y les daba la
comida, empezaron a cantar de alegría.
"¡Qué
grande es el amor de nuestra madre que ella comparte su vida con
nosotros!"
Pasaron
las semanas y los meses, y de pronto, se dieron cuenta de que los
cambios se precipitaban a gran velocidad.
"¿Qué
significa esto?" preguntó uno de los niños.
"Significa,"
respondió el otro, "que nuestra estancia en este mundo va a
terminar pronto."
"Pero
yo no quiero irme," contestó el primero. "Yo quiero
quedarme aquí para siempre."
Su
hermano le contestó: "No tenemos otra opción, pero quizás
haya otra vida después del nacimiento."
"¡Yo
no creo en una vida después del nacimiento!" dijo el primero
con duda.
"Vamos
a perder nuestra cuerda de vida. ¿Cómo vamos a vivir sin ella?
Y
además, otros han salido del vientre y nadie ha regresado para
contarnos que hay otra vida después del nacimiento. ¡No! El
nacimiento es el final."
Uno
de los bebes se puso muy triste y dijo: "Si la concepción
termina con el nacimiento ¿qué sentido tiene la vida en el vientre?
No tiene sentido,quizás no exista ninguna madre detrás de todo
esto."
"Pero
debe existir," protestó el otro. "Si no ¿cómo hemos
llegado hasta aquí? ¿Y cómo podríamos seguir viviendo?"
"¿Tú
has visto nuestra madre alguna vez?" preguntó el bebe.
"Posiblemente ella sólo vive en nuestra imaginación. Nosotros
la hemos inventado porque así podemos comprender mejor nuestra
vida."
Y
así transcurrieron los últimos días en el vientre de la madre,
llenos de preguntas y grandes miedos.
Finalmente
llegó el momento del nacimiento.
Cuando
los gemelos salieron de su mundo, abrieron sus ojos y gritaron.
Lo
que vieron era más grande que lo que habían imaginado en sus
sueños".
Me
resulta un relato tan peculiar, que prefiero evitar hacer mi propia
reflexión. La pregunta está, en si uno comparte la idea de Tolstoi:
“No
se vive sin la fe. La fe es el conocimiento del significado de la
vida humana. La fe es la fuerza de la vida. Si el hombre vive es
porque cree en algo.”,
o si se aproxima más a la de Nietzsche: “Tener
fe significa no querer saber la verdad.”
En
mi caso, comparto la observación del filósofo francés Félicité
de Lamennais: “La
fe comienza donde termina el orgullo.”
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