sábado, 6 de abril de 2013

La caída del Muro Invisible


Yo no sé caminar
 sé volar
Yo no sé hablar

sé escuchar
 la música

y las palabras
de Joan Manuel Serrat
Yo no sabré ver
pero sí mirar
los ojos de mi perro
que no pueden hablar”

Estos bellos versos los escribió Grabiela Brimmer, una maravillosa poetisa y escritora mexicana que nació con parálisis cerebral que le impidió cualquier movimiento o expresión, ( excepto en el pie izquierdo ) durante el resto de su vida. Sin duda, un muro alto y fuerte, que sin embargo, no tuvo problemas en saltar.

Esta semana he quedado impresionado y emocionado con la lectura de algunas de estas historias de valor y superación que sobrepasan límites verdaderamente sobrecogedores. He aprendido que los verdaderos límites y barreras las ponemos nosotros, nuestra falta de voluntad para luchar contra la adversidad por lo que realmente queremos. Como el valiente Erik Weinmaier, ciego desde los trece años, que ha escalado las 7 cumbres más altas del planeta como el Everest y el Aconcagua.

Hubo una vez, una mujer llamada Hellen Keller, que aprendió a hablar, escribir y leer, terminó su carrera universitaria, dominó lenguas vivas y muertas, dio conferencias y actuó en cine. Estos logros no me hubieran llamado tanto la atención ,si no fuera porque la señorita Keller quedó ciega, sorda y muda antes de cumplir los dos años.
Y todo esto ha venido a colación, debido a mi encuentro fortuito con la razón de los diferentes estilos musicales que compuso un maestro: Ludwing Van Beethoven. Este genio tuvo tres estilos de música, influenciado por su sordera. La primera etapa fue cuando oía bien. La siguiente surgió cuando empezó a tener limitaciones auditivas que le impedían captar los sonidos agudos. De esta manera, sus composiciones tomaban escalas más graves debido a que su percepción sobre los tonos agudos era de rechazo. Componía con lápiz y papel, alejado del piano, para resistir la tentación de ir a probar lo que su virtuoso cerebro le transmitía. La tercera, ( y para mi la mejor ), fue una vez sordo, cuando su incapacidad le permitió centrarse y dejarse llevar por su intuición y talento para componer cientos de pentagramas sin necesidad de probarlos. Esa libertad formal, que se tomó Beethoven, nos regaló su mejor melodía. Es la etapa donde se engloba su obra musical más bella, en ella destaca mi favorita: La Novena Sinfonía

Estás fantásticas "epopeyas", me ha hecho pensar que a veces, pese a tener visión no siempre miramos lo que verdaderamente nos gusta, que aunque podemos oír no siempre escuchamos lo que nos dicen y no por tener voz significa que expresemos lo que sentimos y deseamos. No pretendo ser tan melodramático como para decir con esto, que debemos perder la vista para empezar a observar, ni el oído para poder escuchar, ni tampoco la voz para poder gritar. Pero si puede significar, que es cuando percibimos que perdemos algo, cuando sacamos nuestra mayor fuerza y arrojo para seguir luchando. No sabemos apreciar lo que tenemos, la vista, el odio… y muchas otras cosas, hasta que nos quedamos sin ellas… y es sólo cuando nos plantan ese muro en frente, cuando adoptamos el arrojo suficiente para intentar derribarlo.

Jonathan Swift dijo “Visión es el arte de ver las cosas invisibles.” … muros invisibles?

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