“Yo
no sé caminar
sé volar
Yo
no sé hablar
sé
escuchar
la música
y
las palabras
de
Joan Manuel Serrat
…
Yo
no sabré ver
pero
sí mirar
los
ojos de mi perro
que
no pueden hablar”
Estos
bellos versos los escribió Grabiela Brimmer, una maravillosa poetisa
y escritora mexicana que nació con parálisis cerebral que le
impidió cualquier movimiento o expresión, ( excepto en el pie
izquierdo ) durante el resto de su vida. Sin duda, un muro alto y
fuerte, que sin embargo, no tuvo problemas en saltar.
Esta
semana he quedado impresionado y emocionado con la lectura de algunas
de estas historias de valor y superación que sobrepasan límites
verdaderamente sobrecogedores. He aprendido que los verdaderos
límites y barreras las ponemos nosotros, nuestra falta de voluntad
para luchar contra la adversidad por lo que realmente queremos. Como
el valiente Erik Weinmaier, ciego desde los trece años, que ha
escalado las 7 cumbres más altas del planeta como el Everest y el
Aconcagua.
Hubo
una vez, una mujer llamada Hellen Keller, que aprendió
a hablar, escribir y leer, terminó su carrera universitaria, dominó
lenguas vivas y muertas, dio conferencias y actuó en cine. Estos
logros no me hubieran llamado tanto la atención ,si no fuera porque
la señorita Keller quedó ciega, sorda y muda antes de cumplir los
dos años.
Y
todo esto ha venido a colación, debido a mi encuentro fortuito con
la razón de los diferentes estilos musicales que compuso un maestro:
Ludwing Van Beethoven. Este genio tuvo tres estilos de música,
influenciado por su sordera. La primera etapa fue cuando oía bien.
La siguiente surgió cuando empezó a tener limitaciones auditivas
que le impedían captar los sonidos agudos. De esta manera, sus
composiciones tomaban escalas más graves debido a que su percepción
sobre los tonos agudos era de rechazo. Componía con lápiz y papel,
alejado del piano, para resistir la tentación de ir a probar lo que
su virtuoso cerebro le transmitía. La tercera, ( y para mi la mejor
), fue una vez sordo, cuando su incapacidad le permitió centrarse y
dejarse llevar por su intuición y talento para componer cientos de
pentagramas sin necesidad de probarlos. Esa libertad formal, que se
tomó Beethoven, nos regaló su mejor melodía. Es la etapa donde se
engloba su obra musical más bella, en ella destaca mi favorita: La Novena Sinfonía
Estás fantásticas "epopeyas", me ha hecho pensar que a veces, pese a tener visión no siempre
miramos lo que verdaderamente nos gusta, que aunque podemos oír no
siempre escuchamos lo que nos dicen y no por tener voz significa que
expresemos lo que sentimos y deseamos. No pretendo ser tan melodramático como para decir
con esto, que debemos perder la vista para empezar a observar, ni el
oído para poder escuchar, ni tampoco la voz para poder gritar. Pero
si puede significar, que es cuando percibimos que perdemos algo, cuando
sacamos nuestra mayor fuerza y arrojo para seguir luchando. No sabemos apreciar lo que tenemos, la vista, el odio… y muchas otras cosas, hasta que nos quedamos sin ellas… y es sólo cuando nos plantan ese muro en frente, cuando adoptamos el arrojo suficiente para intentar derribarlo.
Jonathan
Swift dijo
“Visión es el arte de ver las cosas invisibles.” … muros invisibles?
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