“Las grandes personas son como el fuego, conviene no acercarse mucho ni alejarse demasiado”
Descubrí hace poco la verdadera historia de
Diógenes de Sínope, el filósofo griego que da nombre al síndrome
o trastorno, caracterizado por el abandono personal y social. Para
que quede más gráfico, el despojo que ves en el espejo la mañana
de resaca.
Es un personaje muy útil, tanto por su vertiente de
trastorno y desorden como su vida desprendida de todo aquello que le
causaba infelicidad... ¿o acaso no irán ambas unidas? Tampoco
exageremos! Aún así, cuando vas cumpliendo lustros te empiezas a
cuestionar los elementos que te rodean y que no te proporcionan
comodidad ni felicidad. Si os desprendéis de todas ellas… seréis
unos cínicos! como Diógenes, … un despojo.
Qué paradoja! Cuando te encuentras nadando lejos de
la cresta de la ola, te pones a mirar a tu alrededor y observas la
cantidad de elementos que podrías desprenderte para ser más feliz.
Ante eso tienes dos opciones, alejarlos de tu vida… y te conviertes
en un cínico, o mantenerlas… y te conviertes en un loco con
síndrome de Diógenes.
Pero en realidad no es culpa nuestra, al menos en
parte. La inundación actual de todo tipo de actividades, eventos,
trabajos, personajes, jefes, amigos, objetos, costumbres, hobbies,
relaciones, sueños, postureos, insatisfacciones, mensajes, metas,
desafíos… ¿sigo? adversidades, problemas, encrucijadas,
imposiciones, proyectos, aventuras, necesidades innecesarias... nos
confunden y ya no sabemos qué es lo que realmente nos sobra… Para
eso hay que reflexionar y recortar, (aquí si que mola la palabra
recortar).
De esta manera, habría que parecerse a Winston
Smith, qué gran personaje! Y romper con las cadenas que nos atan y
nos sobran, y así convertirnos en cínicos, pero como Diógenes, no
como Pablo Iglesias.
“En un tiempo de engaño universal decir la verdad es un acto revolucionario”