No
sé exactamente que es lo que nos atrae tanto a los que disfrutamos
con la historia, si su configuración de novela basada en hechos
reales, si el sorprendente paralelismo que existe entre sucesos
pasados y presentes, o si la necesidad de conocer errores cometidos
para anticiparse a los futuros.
En este caso, me he sentido
especialmente interesado y atraído por las circunstancias
representadas en los motivos, argumentos, hechos, sucesos,
decisiones, entornos, personajes, países, culturas, ideologías etc.
de la Primera Guerra Mundial.
Reconozco que hasta la fecha, era un
gran ignorante de como aconteció esta inmensa contienda. Gracias a
esta novela, me he podido enterar de todo lo que ocurrió en el
antes, durante y después de la Guerra.
He aprendido varias cosas:
He aprendido varias cosas:
Primero,
en una guerra, todos sus participantes alegan haber sido empujados al
conflicto. Todos están defendiendo sus derechos y/o intereses, no
han tenido más remedio. No existe inconveniente a la hora de modelar una justificación. Esto es así desde que Grecia saqueó Troya
hasta cuando EEUU invadió Irak.
El
segunda aspecto es la duración. La primera Guerra Mundial duró el
doble de lo que debería, ( si es que alguien puede determinar cuanto
debería durar un combate ). La razón fue sencilla, los gobiernos se
estaban gastando cantidades ingentes. Por ejemplo, Reino Unido
multiplicó por 5 sus gastos anuales. Esto generaba unas deudas casi
inabordables, ¿ quién las iba a pagar ? Muy sencillo, el que
pierda. Por eso se alargan, porque se necesita imponer al perdedor
costear la cuenta.
El
tercer punto tiene que ver con los contendientes. El afortunado
vencedor es un héroe, nos ha salvado y devuelto la paz al mundo; el
derrotado será juzgado por crímenes de guerra, ( como si el otro
hubiera disparado margaritas ), y tendrá una condena que puede
incluso llegar a la ejecución. Estos papeles se reparten
independientemente del quién, el cómo y el cuándo. Una delgada
línea entre la corona y la soga.
El
cuarto y último asunto está relacionado con el odio. La Primera
Guerra Mundial significó la muerte de 10 millones de personas. Ante
esta espantosa cifra, los diferentes países que se vieron
involucrados iniciaron el proceso de pacificación con la idea plena
de evitar que se repita algo tan terrible. Así el Presidente
norteamericano, Woodrow Wilson, propuso la creación de la Sociedad
de Naciones, con la intención de resolver los futuros problemas entre países
mediante procedimientos no bélicos. Sin embargo, el odio triunfó.
La venganza fue la gran ganadora de aquellas jornadas en el Palacio
de Versalles, imponiendo unas sanciones humillantes e imposibles de
cumplir, conduciendo a los derrotados a un futuro pesimista y muy
desalentador.
Fue ese rencor el que provocó que, en vez de evitar más atrocidades, se condujera a otra 6 veces más terrible.
Así fue
como en el Salón de los Espejos, en el mismo momento en que se
firmaba el Tratado de Paz, se empezaba a sembrar la semilla de una
futura guerra mucho más feroz.
Para
los amantes de Ken Follett, seguro que esta novela no les defraudará,
pero si además disfrutas con la historia, no me cabe la menor duda,
que no me equivoco en recomendarla. Entrelaza la vida de ciudadanos
anónimos y personajes históricos de los diferentes bandos, dando
una visión completa de lo vivido en aquella época.
Su
autor una vez dijo: “Cualquier imbécil puede tomar parte en una
pelea pero el hombre prudente sabe mantenerse lejos de ella”